Pero irónicamente a quienes más gritamos son a los seres que más queremos. A nuestros hijos. Ahora pongámonos en el lugar de ellos. Supuestamente somos las personas en quienes deben confiar, supuestamente somos su ejemplo, supuestamente somos los que les decimos que esto está bien o mal. Claro que depende mucho de las edades de cada hijo/a, pero creo que debe ser muy confuso, miedoso y doloroso para ellos, y seguramente alguna vez lo viste en sus ojos. Y fue entonces que te sentiste pésimo y solo te das cuenta en la noche y no sabes cómo resolverlo.
Pensemos, ¿por qué gritamos? Cada una de nosotras tenemos nuestros límites, y cuando ese límite ha llegado reaccionamos de formas medio alocadas y diferentes. Entonces, comencemos, por el primer paso: conocerte mejor. ¿Cuáles son tus límites emocionales y físicos? y, ¿cómo reaccionas a ellos? Hay personas que necesitan arrojar algo, otras llorar, otras se aíslan y otras gritan. Si eres de las que gritan intenta reflexionar y realiza el siguiente experimento:
NO VOY A GRITAR POR UNA SEMANA
Tal vez vas a decir que eso es demasiado fácil pero intenta darte cuenta que si eres de las que grita no es tan fácil. ¿Entonces qué puedo hacer?
- Lo primero sería aceptar que eres una persona que grita.
- Definir tus límites de tolerancia física y emocional.
- Intentar no llegar a esos límites.
- Si estás a punto de gritar acuérdate de tu compromiso con los que más quieres.
- Respira...
- Trata de poner en palabras y con tranquilidad lo que quieres transmitir.
¿Hay alguna diferencia si tienes niños pequeños? Sí. Si tienes bebés o niños pequeños significa que tienes malas noches, a veces o muchas veces comes mal, no tienes tiempo para descansar, y aquí puedes agregar toda la lista de cosas que tú y yo sabemos... Esto indica que vivimos al límite del nivel de tolerancia física que está ligada a lo emocional y entonces: sí adivinaste, gritamos. Pero a ti también te invito a hacer el experimento. ¿Por qué? Porque hay muchos beneficios (que veremos en la segunda parte de esta entrada).
Obviamente yo también voy a hacer el ejercicio y en una siguiente entrada del blog les cuento como me fue.
¡Vamos! Atrévete a no gritar y haz el ejercicio.
PS: ¿Eres profesor o profesora? Intenta con el ejercicio tu también...