
Salgo al patio para encontrar que toda la entrada de la casa tiene tierra porque mi pequeño estuvo trabajando ayer en una mega construcción con su volqueta y su pala mecánica y pensó que la entrada de la casa era el mejor lugar para dejar la tierra.
Mi hijo mayor baja para contarme orgulloso que acaba de terminar su libro “Corazón de Tinta” y quiere contarme de qué se trata. Es un libro de casi 600 páginas y sé que la historia será interesante y me encantará, pero también sé que será bien larga.
Si trabajara en una oficina de 8 de la mañana a 5 de la tarde seguro no pasaría por todo esto, sin embargo también me perdería todo esto. Tengo la suerte de poder estar junto a mi pequeño niño cuando le veo poner toda su energía y concentración en sus excavaciones con su famosa pala mecánica (aunque está cambiando a la fase de trenes). Tengo la suerte de poder oír a mi hijo mayor contándome del “tan buen libro” que acaba de leer y contarme con entusiasmo de qué se trata el libro. Tengo la suerte de saber que esa palabra que dice mi pequeño de 2 años “tino”, “tino”, “tino”, se refiere en verdad al “túnel” para su tren. Tengo la suerte de ver corriendo a mi hijo mayor desde el segundo piso al primero, con cámara de fotos en mano, para comprobar si en verdad deja caer dos objetos de diferente masa llegan al mismo tiempo o no. Tengo la suerte de poder estar junto a mi pequeño cuando está resfriado y necesita que lo abracen y lo mimen.
Pero creo que lo más valioso es que mis hijos pueden ver cómo es la vida real y aprenden cada momento de cómo los adultos que les rodean resuelven los problemas del día a día. Yo tengo que ser y aprender a ser una mejor persona cada día porque soy la referencia para mis hijos. Y sí, me equivoco mucho y a veces la ira y el cansancio me vencen, pero estoy segura que de eso también aprenden.
A veces hay personas que me preguntan si no será malo el que los niños que se educan en casa no aprendan sobre la vida real y en mi interior me da un poco de risa porque ésta es la vida real. Más real que esto ¿dónde? Ésta es la vida, está llena de momentos hermosos pero también de momentos más complicados y la forma cómo los afrontemos pueden hacer una gran diferencia en su aprendizaje.
Y en esos momentos complicados elijo a mis hijos, elijo acompañar a mi pequeño de 2 años que pide toda mi atención para que vea el pájaro que acaba de ver orgulloso con sus binoculares, que son casi tan grandes como él, y que a pesar de que los tiene al revés, los usa como todo un profesional. Elijo hacer la cena juntos con mi hijo mayor de 12 años mientras escuchamos los “top 40” de la música. Elijo ver con mi hijo mayor el video que me pide que vea “cómo hacer una lámpara de lava”. Elijo tardar cerca de media mañana para hacer pan desde el inicio al fin con mi hijo de 2 años y ver su cara de emoción cuando tiene un huevo crudo en su mano y lo aprieta. Elijo hacer lo posible por reunirme con otras familias que hacen educación en casa para compartir experiencias y amistad entre los niños y adultos.
Elijo que mis hijos vivan la vida real, que tengan una educación que les prepare para la vida real...