Lee la Parte 1 AQUÍ. A los pocos meses de comenzar con homeschooling ya vi una diferencia grande en mi hijo mayor (en ese tiempo 11 años). Mucho más relajado, muy interesado en aprender, en leer mucho por su cuenta, en ayudar más en las labores de casa, alimentarse mejor, y sobre todo ¡una unión familiar increíble! Creo que además de la increíble unión familiar, para mí ha sido y es un crecimiento enorme, tanto emocional como intelectual. No cambio por nada el ver crecer a mis hijos. Ahora, tres años después, con mis hijos más grandes veo que sí ha cambiado la forma como planifico. Seguramente se debe a que mi hijo mayor está en otra etapa de desarrollo. El antiguo historiador Plutarco nos dice que “la educación no es llenar un recipiente, sino encender el fuego”, y estoy segura que todos estaremos bastante de acuerdo en eso. Pero recordemos que para encender el fuego se requiere de un fósforo y luego tenemos el trabajo de mantener esa llama encendida. Y ahí es donde entra nuestro papel como padres educadores. Si únicamente estamos en un modo relajado de homeschooling podríamos caer fácilmente en el error de no ponernos en el rol de verdaderos mentores. De padres inspiradores que sí hacemos propuestas pero tomando en cuenta las necesidades e intereses de nuestros hijos. También en esta nueva etapa en la vida de mi hijo mayor (casi 14 años) siento como si él me pidiera que le exija más. También me he dado cuenta que le encanta aprender y quiere más retos. Es fácil aprender un tema que le guste y le interese mucho, pero puede ser un reto aprender otros temas que, a pesar de que no sean del todo su interés, resulte que se convierten en algo que sí le interesa después de todo, y que si no le hubiera presentado o propuesto seguramente no lo hubiera conocido. Hacemos una reunión semanal donde hablamos sobre sus propuestas de estudios, y a veces hay muchas y a veces casi nada. Y también le hago propuestas. Y no se trata de hablar de temas sino de incorporar su vida completa. Es decir, si siente que le cuesta gestionar su tiempo (a muchos adultos también nos cuesta, sobretodo si no tuviéramos horarios o fechas límite, o evaluaciones), vamos viendo diferentes estrategias para que gestione mejor su tiempo. Así que está temporada el sistema que más le gusta a él es tener una agenda donde yo le escribo las propuestas que hablamos en la reunión semanal de planificación (propuestas suyas y mías), para cada día, él las revisa, decide si deja alguna fuera, decide en qué orden las realiza y se organiza solo su día. Cada noche revisamos juntos su agenda y trabajo unos 10 minutos en anotar las propuestas del siguiente día. Lo importante es involucrarle a él cien por ciento en la planificación, pero siento que de todas formas sí le da seguridad el saber que hay un plan. A pesar de que a muchos homeschoolers no les gusta la palabra evaluación, porque la vemos como muy cercana al método que se usa en la escuela tradicional, es fundamental que exista algún tipo de evaluación. Cuando mi hijo mayor, hace más de un año hizo el curso “Imaginando otras Tierras” (Imaging other Earths) de la Universidad de Princeton a través de la Plataforma de Coursera, fue muy interesante el proceso de hacer su pruebas y sus ensayos porque no se trataba de ser mejor que otros, sino que se era una autoevaluación, que le ayudaba a darse cuenta de sus errores y los corregía. En el sistema en el que mi hijo mayor está registrado debe cumplir con 180 días dedicados al estudio y entregar su portafolio con muestras de sus actividades en las cuatro principales materias periódicamente. Y ahí te das cuenta de lo siguiente:
Sin embargo, también me ha obligado a encontrar un sistema en el que pueda ser feliz con nuestra forma de homeschooling además de poder cumplir con la parte legal del sistema que hemos elegido y con el cual tenemos un compromiso. La planificación en el homeschooling, sin importar el enfoque o método que se use, es fundamental. Como dice Sarah Mackenzie en su libro “Enseñando desde la tranquilidad” (Teaching from Rest), “la tranquilidad no es la ausencia de trabajo, sino hacer lo correcto en el momento correcto. El planificar nos permite estar tranquilos mientras trabajamos en acompañar a nuestros hijos mientras crecen. Lee la Parte 1 AQUÍ.
Y me gustó mucho ese proceso y pienso que fue la mejor manera de iniciar pero poco a poco me he ido inclinando hacia un homeschooling ecléctico, es decir donde uso un poco de los principios del unschooling pero también incorporo principios de otros enfoques o metodologías.
Así fue como mi hijo mayor por su cuenta se interesó en las Matemáticas, en la Programación, y en la lectura. Entonces busqué los recursos necesarios en esas áreas. También trabajé para lograr que tenga actividades fuera de casa, y se relacionara con otras personas fuera de su familia. No fue todo felicidad, hubo dudas, hubo temores, pero la mayoría de días eran bastante interesantes y sentía que este nuevo estilo de vida definitivamente traía muchas ventajas en el caso de nuestra familia. La flexibilidad, sobretodo cuando tienes un bebé en casa, ¡es una maravilla que te da la vida! Si quieres conocer más detalles de cómo me decidí por el homeschooling puedes ver la siguiente entrevista en la que participé en marzo del 2014. |
AutoraNatalia Rivera V. Archivos
Septiembre 2018
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